Vinoble 2018 o la historia detrás de las uvas

Tengo un amigo que, según comenta él, a partir de los 100 euros de precio de la botella de un vino, ya no es capaz de distinguir los matices de ese caldo, y por lo tanto, no le merece la pena pagar más de esa cantidad. Será porque realmente Dios no le ha dotado de esa habilidad a partir de un cierto importe o porque realmente no le apetece gastarse ciertas cantidades pudiendo disfrutar de un buen vino por menos dinero. Cuando me lo contó, inmediatamente me pregunté “¿Dónde coinciden mi límite sensorial y monetario?”.. uhmm.. ¿y el tuyo?

Bien es verdad, que muchos se han quedado con su vino “básico” y de ahí no se mueven. Lo que está claro es que el paladar se educa. Echo de menos en las escuelas una asignatura que ayude a comprender a los más pequeños nuestros sentimientos y sensaciones. Una asignatura sensorial, para que ayude  a las futuras generaciones a disfrutar de la vida y a entenderla un poco más.

Por eso, para los que no hemos podido disfrutar de esas clases, iniciativas como las ferias de vino creo que son muy positivas porque nos ayudan a conocer y descubrir nuevos vinos y a saber interpretarlos desde otros puntos de vista (por supuesto, dejando al margen su marcado carácter comercial).  Se trata de saborearlos de forma completa, con los sentidos y desde las historias que hay detrás de ellos. Un lujo acceder a su elaboración y su tradición , e incluso a la historia de los dueños de la bodega. Como dice Andoni Aduriz, uno de los chefs más influyentes de nuestro tiempo,responsable de ventas “si existiese un sexto sabor, sería el de las historias”.

Este año, he tenido la oportunidad de visitar Vinoble, feria internacional del vino que se celebra en Jerez, de la mano de un variado abanico de perfiles profesionales del vino (y amigos), que me hicieron disfrutar la experiencia de la cata de una manera diferente. Nuestro grupo estaba formado por sommeliers, vignerons, una comercial, un aficionado historiador y yo, en el ámbito del Turismo Gastronómico (que, por supuesto, también engloba el enoturismo). Cada vino que catamos, despertaba en cada uno diferentes pensamientos y preguntas que nos llamaban a reflexionar. Yo me quedaba alucinada de cómo nuestro vigneron era capaz  hasta de imaginar el grosor del velo de flor de los distintos vinos de Jerez que íbamos probando !

Quizás uno de los momentos más entrañables fue el de catar el Sauterne de Chateau La Bertrande, y charlar con una de las dueñas de la bodega. Una señora divertida y encantadora, con un fuerte acento francés pero que resultó ser de Salamanca. Está claro que después de conocer su historia, esos vinos calaron en nosotros de otra forma: no solo se quedaron esas gotas llenas de luz y sabor en nuestras papilas gustativas, también iluminaron nuestro corazón.  

Igualmente los dueños de Ximénez-Spinola, estaban dispuestos a catar contigo sus nuevos descubrimientos de una forma familiar , como el vino “Delicado”, sin dejarse nada en el tintero.

Me encantó la explosión de sabor de las esferificaciones de Pedro Ximénez de Desferas y descubrir cómo se puede llegar a maridar el Sherry con el Rock&Roll. Conocer la ‘Gibson Custom SG Osborne Toro’ una guitarra eléctrica hecha de la madera de roble americano centenario de una de las barricas de vino de las Bodegas de Osborne, de la mano de Iván Llanza, que por cierto también nos dio a probar un maravilloso y aromático vermouth.

No puedo dejar de nombrar las bodegas de Forlong con sus estupendos vinos y divertidas etiquetas, y los de Luis Pérez, que en cada sorbo de sus jereces me hacía susurrar “solo sé que no sé nada”. Me consolaban mis amigos sommeliers diciéndome que esos vinos solían causar la misma sensación en  todo el mundo.

Maravillosas 3 manzanillas en rama de Lustau: “3 en Rama” provenientes de Jerez, Sanlúcar y el Puerto, e incluso una de añada. La que más me gustó fue la de Sanlúcar: verdaderamente y gracias a mis compañeros de cata, noté la influencia del mar y del viento.

Cada stand, una propuesta diferente: desde lo más clásicos a los más rompedores. Díez Mérito presentó su “sherryTonic” y la bodega de Roberto Amillo hizo lo mismo con  su vermouth espumoso. ¡Y es que en Jerez, se están empezando a poner de moda las burbujas!

La parte internacional estaba representada por los Oportos (y Madeiras), Sauternes, Tokaji e incluso por vinos de California que hacían un guiño a los vinos de jerez. Por supuesto, también hubo  ShowCookings con prestigiosos cocineros y catas multitudinarias que te hacía sentir que te podrías estar perdiendo algún evento interesante en el recinto.

En conclusión, otra manera divertida y especial de probar y sentir los vinos: desde la historia detrás de las uvas…

 

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