Café en mano, desayuno con un titular en la prensa de Jerez “La élite de la cocina española pesca en la Bahía”, sonrío y me siento orgullosa que, por un día, nuestro Cádiz sea epicentro gastronómico nacional. Como me decía mi abuela: “Lo que no se cuenta, no ha pasado”, por lo que estas cosas hay que darlas a conocer y esparcirlas a los cuatro vientos. Me hubiera gustado más leerlo en un titular del New York Times, pero todos sabemos que eso no es tan fácil… y por algo hay que empezar.
Profundizando en el artículo, se podía entrever un llamamiento a la sensibilización con el medio ambiente a través de la experiencia del despesque. Se le llama despesque a sacar los pescados de los esteros, los cuales son unas piscinas naturales o lagos creadas en las marismas en las que los peces quedan atrapados en el «juego» de la pleamar y bajamar del mar. Antiguamente, este despesque se llevaba a cabo tras la recolección de sal de las piscinas de las salinas durante la temporada estival.
Me acuerdo cuánto me marcó el día que me llevaron a Trebujena a comer arroz de pato. Tuve la oportunidad de ver barcos anguleros y conocer la pesca de estero, término que desconocía hasta que llegué a estas tierras.
Pero no se quedó ahí mi experiencia. Además pude presenciar el atardecer que trajo a Spielberg aquí. Se trataba de la impactante puesta de sol que simbolizaría la caída de Japón en su película “El imperio del Sol”. Y… curiosidades de la vida, la descubrió cuando veía un reportaje sobre el aceite de oliva de Cádiz.
En fin, que allí estaba yo: protagonista de mi película gastronómica entre las marismas del Guadalquivir. Y es que ese día tuve una pequeña revelación (podría clasificarlo como un principio de síndrome de Stendhal): ¡Cuánta belleza y tradición, cuánto sabor y cultura me abrazaban!
Fue a partir de ese momento cuando sentí la responsabilidad de dar a conocer y hacer partícipe de esos «momentazos» al mundo. Cádiz se había convertido para mí en una caja de sorpresas y de tesoros gastronómicos ocultos. Hice de ello una de mis ilusiones. Acababa de incorporar una misión más en mi vida y dar cuerpo a la razón de ser de mi proyecto emprendedor de turismo gastronómico: @Comerdlujo.
El pasado Septiembre tuve la oportunidad de participar en u programa de radio de Canal Sur: “Quien dijo miedo” -con las simpáticas Isabel Noci y Amparo Bou- sobre emprendiduría. En el programa me preguntaron si creía que la gente autóctona valoraba todas estas bondades gastronómicas. Yo contesté que sí, pero que faltaba labor de divulgación; que capitales gastronómicas como Barcelona y San Sebastián lo sabían hacer mucho mejor. Para muestra , un botón: los pintxos donostiarras se sitúan en el primer puesto del ranking gastronómico Ultimate Eatlist (2018), de la guía de Lonely Planet clasificando las 500 mejores experiencias culinarias en todo el mundo. Y es que ahora que Ferrán Adrià ha llegado a afirmar que “Andalucía es, ahora mismo, lo más ‘hot’ en el mercado culinario español” es nuestra labor situarla en el mapa turístico y aprovecharlo para enriquecer esta tierra y a su gente.
Pero… no sólo son los esteros… es el atún de almadraba, son los quesos de la zona de Grazalema, es el langostino de Sanlúcar y su preciosa lonja… Cada día voy descubriendo más y más pequeñas perlas foodies. También se trata de comer bien y conocer cultura, descubrir y empaparse de las historias que hay detrás y… aprender. Aprender de aquella sencillez y calidez de los marineros de la lonja de Sanlúcar que, después de estar faenando más de ocho horas en el mar, me recibieron el día de mi visita con una sonrisa, me enseñaron sobre la técnica de pesca de arrastre y presumían orgullosos sus mejores capturas. Para mí todo un ejemplo de sacrificio, trabajo y de pasión por el mar.
Por todo ello, ahora que los cocineros han pasado a ser creadores de tendencias, todos esos reputados chefs que nos visitaron, seguramente no se han dado cuenta que también tienen una nueva responsabilidad: dar a conocer lo vivido y lanzar mensajes al mundo; no sólo de sostenibilidad, sino mensajes que sirvan para situar a la provincia de Cádiz en el mapa culinario internacional, posicionándola donde se merece